5 claves para una comunicación de éxito

Sin duda el mundo de la comunicación estratégica puede parecer un laberinto lleno de normas poco concretas. Es por ello por lo que desde Comunicanza queremos recuperar las cinco claves que aportó Ferran Ramón Cortés en La isla de los 5 faros. Cinco claves en las que todo portavoz debe basar cualquier mensaje que hacerlo llegar con éxito a su audiencia.

La primera de ellas es la importancia de emitir un único mensaje. Un mensaje que se repita constantemente para que los receptores puedan captarlo sin equívocos, al igual que hace un faro al emitir luz siempre con la misma frecuencia. Pero ese mensaje debe tener una condición: debe ser importante, valioso, contundente, totalmente relevante para la audiencia a la que se dirige. Un mensaje rector de toda la presentación. Ese mensaje tiene tal importancia porque será lo único que recuerden los espectadores de todo lo dicho. 

En segundo lugar, la importancia de las historias. Para conseguir que nuestro mensaje sea memorable debemos incorporarle una historia. Una historia memorable que quede en la mente del receptor, que haga que conecte con nosotros y quiera seguir escuchando. La audiencia busca sentirse reflejada en lo que escucha, busca una parte de sí misma en los mensajes que emitimos y esta conexión personal se da gracias a las historias. Así conseguiremos captar la atención, entretener y transmitir nuestras ideas de manera mucho más eficaz. 

Llegando al tercer faro de Ferrán, el autor remarca la necesidad de emplear un lenguaje que conecte con los oyentes. Al igual que todos los navegantes deben conocer el lenguaje de los faros, todos nuestros oyentes deben compartir nuestro lenguaje para poder generar entendimiento y conexión. No tenemos que hablar en nuestro propio lenguaje sino en el de las personas que nos están escuchando. He aquí la importancia de conocer bien a nuestra audiencia antes de ir a una ponencia y, de no ser así, saber rectificar y adaptarnos al lenguaje en el que esta se sienta más cómoda. Además, seleccionar nuestro lenguaje en función del público que tenemos delante ya es un mensaje en si mismo: nos importa nuestra audiencia. 

La cuarta clave se basa en estar pendiente de lo que la audiencia capta, no de lo que queremos decir. Quien va a escuchar nuestro mensaje, lo va a descifrar y lo va a interpretar no somos nosotros, es la audiencia, al igual que en un faro lo importante no es el modo en el que sale la luz, sino como los barcos la ven desde el mar. Así pues, el mensaje que cuenta es el que se recibe, no el que emitimos. Para ello, como decíamos en el punto anterior, debemos estar pendientes de la reacción de la audiencia, de sus expresiones, para saber si realmente nuestro mensaje está llegando o se pierde en el camino. 

Por último, la última clave para conseguir que un mensaje llegue con éxito a la audiencia que lo escucha es simple: estar convencido e invitar, no intentar convencer. Es decir, los faros dicen quiénes son y dónde se encuentran gracias a su luz. Son los barcos los que libremente deciden acercarse o seguir su recorrido. Nosotros debemos hacer lo mismo: enviar nuestro mensaje invitando a acercarse sin coaccionar a ello. Debemos seducir, no obligar. Porque la comunicación, en sí misma, debe ser eso: un acto de seducción en el que nos escuchen porque interesamos, porque tenemos algo que decir y sabemos el modo adecuado de transmitirlo.