Hemos escrito en la revista informativa ExtraDigital un artículo sobre el uso de hologramas en la comunicación política. Ya nos venía advirtiendo David Redoli, expresidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), que los hologramas marcaban una tendencia, y que veríamos su uso a no tardar en nuestro entorno más próximo. Como sucederá, sin duda, con los teleprompter (el sistema electrónico de lectura en cámara, que facilita con el debido entrenamiento unos discursos más brillantes, más pulidos, más preparados, con menor riesgo e improvisación).
El uso de hologramas en la comunicación política tuvo su éxito inicial gracias al primer ministro de la India, Narendra Modi, gran enamorado de las nuevas tecnologías. Gracias a los hologramas en tres dimensiones, Modi pudo aparecer en decenas de mítines simultáneamente ya en el año 2012. Le gustó tanto que lo ha seguido utilizando de forma recurrente. Dos años después, el turco Erdogan también utilizó los hologramas en su campaña electoral.
Pero ya mucho más cerca de Zaragoza y Aragón, aquí al otro lado de los Pirineos, el candidato de “Francia Insumisa” a la presidencia gala, Jean-Luc Melenchon, ha dado su golpe de efecto proyectándose en holograma en Aubervilliers, cerca de París. Según se ha publicado, el coste de la acción de comunicación pudo rondar los 40.000 euros, muy poco comparado con la repercusión mediática de la iniciativa.
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Toda innovación tecnológica puede generar recelos y chanzas. Pero esta aplicación 3D tampoco no debería sorprendernos ni asustarnos mucho más de lo nuestras generaciones pasadas sintieron al escuchar por primera vez la radio o ver la televisión. Y así seguimos, reuniéndonos miles de personas en una plaza para ver una final de fútbol por una enorme pantalla.
La cercanía personal o política no la da solo la proximidad física. Sentimos que un político o que un líder es cercano porque muestra una forma de comportarse, de decidir y de sentir similar a la nuestra, en la que nos podemos sentir representados.
La proximidad emocional se trabaja mediante la reputación, la gestión de intangibles, mediante un mensaje distinguible certero para el momento. Hay que saber leer la realidad y su evolución, generar un relato, un marco y hacer partícipes de ellos a nuestros públicos. Y después, la forma en la que traslademos todo eso variará según las necesidades, los recursos disponibles y el desarrollo tecnológico.
No olvidemos, además, que la política evoluciona hacia el entretenimiento, igual que otros formatos han tenido que actualizarse para seguir enganchando a un público cada vez más tecnificado, más en red, más acostumbrado a picotear de aquí y de allá. Y en esta búsqueda del espectáculo, recordemos que el uso de holograma también está sumando enteros en shows de artistas como Madonna o Mariah Carey. Y que en aeropuertos británicos pueden encontrarse hologramas que informan a los pasajeros. Desde la empresa Musion, especializada en la tecnología, abogan por formatos reducidos, domésticos, para comunicación personal u ocio.
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Bienvenidos pues los hologramas. Pero, sobre todo, bienvenida la comunicación bien trabajada, integral, adecuada para los fines que persigamos. Una comunicación con cabeza y con corazón, en porcentajes adecuados al momento y al objetivo.
Publicado por Eduardo Sánchez Salcedo, CEO Comunicanza
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