Sobran las palabras

Todo discurso se compone de dos partes: lo que se dice y lo que no se dice, la verbal y la no verbal. Un combo de factores que hace que el mensaje llegue con mucha más fuerza unas veces y que, otras, destapa ciertas contradicciones. A menudo sobran las palabras y otras veces sin palabras no hay forma de descifrar el mensaje correcto. ¿Lo mejor? Aunar el mensaje verbal con el no verbal para conseguir mayor fuerza y coherencia en nuestro discurso.

La comunicación no verbal tiene una gran importancia en nuestro día a día y, sin embargo, muchas personas la dejan de lado a la hora de preparar sus intervenciones. No hablamos solo a un nivel profesional de comunicación, sino en nuestro día a día. De hecho, hay estudios que apuntan a que alrededor del 70% de la comunicación diaria es no verbal. Incluso si hablamos de comunicación verbal, el 90% del mensaje que estamos transmitiendo sigue siendo no verbal. De ahí la importancia de formarnos y tomar consciencia de nuestro lenguaje corporal. 

Todo comunica. No solo tenemos que atender a nuestros gestos para reforzar un mensaje, sino también a nuestro vestuario. En política, los principales líderes y lideresas saben que la moda juega un papel fundamental a la hora de lanzar ciertos mensajes. Varios autores han reflexionado sobre esto en diversos libros, en los que profundizan sobre cómo la vestimenta, los gestos identificativos de cada líder… construyen una imagen personal muy potente que refuerza el discurso que están emitiendo. 

Sobre Angela Merkel

Angela Merkel es una de las líderes que tiene una comunicación no verbal más definida. Su gesto formando un rombo con las manos unidas frente a su vientre y los pulgares y yemas de los dedos tocándose es casi tan famoso como la propia canciller. Un gesto tan reconocido que incluso protagonizó un cartel de campaña en las elecciones alemanas. Pero no solo eso: si atendemos al saludo de la canciller, vemos que nunca levanta el brazo demasiado, sino que dobla el codo cerca del cuerpo y su mano nunca queda por encima de la cabeza. ¿El motivo? Evitar cualquier posible comparación con el saludo de Hitler.

Por otro lado, Merkel también es consciente de que, para bien o para mal, la vestimenta de las mujeres se mira con mucha más atención que la de los hombres. De hecho, al principio Merkel vestía de una manera mucho más libre, pero los medios de comunicación le daban demasiada importancia a su estética. Merkel tuvo que entender rápidamente que, para poder centrar la atención en sus palabras, tenía que cambiar de patrón, así que “optó por la sobriedad del uniforme masculino para ser escuchada”, según declaró Patrycia Centeno, experta en comunicación política no verbal. 

Así como el rombo que forma con sus manos, su estilo de vestir ha calado tan hondo que tiene hasta un nombre adjudicado: “The Merkel cut”, que hace referencia a las chaquetas de corte cuadrado hasta la cadera con tres botones. 

Este es un caso en el que podemos afirmar que sobran las palabras para transmitir los valores de la canciller, pues ha conseguido que su comunicación no verbal no solo refuerce siempre sus mensajes verbales, sino que conforma un mensaje completo en sí misma: la sobriedad, serenidad, pragmatismo y disciplina de sus políticas.

Sobre la reina Isabel II

Otro ejemplo de cómo la moda comunica y cómo puede reforzar nuestro discurso lo encontramos en la reina Isabel II. En su mensaje para la COP26, apostó por un vestuario verde que simbolizaba la esperanza, con mariposas tanto en su broche como en una foto que aparecía tras ella y que simbolizan la transformación y la vida, y flores al lado de la foto haciendo alusión a la naturaleza. Jugar con los elementos que tenemos en escena es vital para recalcar nuestras palabras y debemos prestar especial atención a ellas. Lo ideal en comunicación es que si alguien enciende la televisión para vernos y baja el volumen, se mantenga la esencia de nuestro discurso. 

Para conseguir un efecto de “sobran las palabras” tenemos que reforzarlas. Nuestra comunicación no verbal es tan importante como la verbal. No solo podemos tratar de hacer un discurso que tenga un contenido adecuado, sino que el continente, nosotros, también debe serlo.

Si queremos que nuestro mensaje llegue de manera acertada y con fuerza a la audiencia debemos atender al contexto que lo rodea. Para ser grandes comunicadores debemos recordar siempre una cosa: nosotros somos un mensaje. Actúa acorde a lo que quieres transmitir y tu mensaje logrará romper cualquier barrera.